José García Laguardia nos plantea un interesante debate en LinkedIn. Apunta que "si nuestro rol en nuestras empresas es de gestores de personas (actividad diaria de personas que dirigen equipos) no debemos confundir el término bajo PRESIÓN, con hacer trabajar a nuestros equipos bajo TENSIÓN. El clima laboral se nubla y la productividad a corto plazo se ve afectada afectando de menera muy directa a los resultados de la compañía".
Personalmente opino que siempre que hay que conseguir objetivos (lo más habitual en cualquier empresa) se genera algún tipo de presión, que puede ir de la mano del miedo al fracaso. Personalmente no soy partidario, como apunta Javier Calderón, de las organizaciones donde se vive por y para la tensión, en ambientes tremendamente competitivos, fomentadores de antagonismos y luchas intestinas, donde todo vale, donde todos son adversarios y sólo existe la cultura del premio-castigo o ganador-perdedor. Suele funcionar un tiempo, pero siempre acaba mal.
Pienso que de alguna forma somos (permanentemente) "conseguidores" de objetivos. Cada día, cada mes, cada trimestre, cada ejercicio.. se plantean objetivos, retos, problemáticas, acciones que debemos SOLUCIONAR en un plazo más o menos inmediato o preestablecido. Por esa capacidad de "solucionadores" se nos mide y se nos valora generalmente. A partir de ahí entra en juego nuevamente la CONFIANZA, y basándonos en ella establecemos los parámetros que nos van a guiar en pos de la consecución de los objetivos.
Esa confianza es la que nos debe proteger de la tensión y debe minimizar la presión (tanto de arriba como de abajo). El buen clima de trabajo que genera la confianza es necesario, en mi opinión, para el optimo cumplimiento de los objetivos. Más aún cuando estamos inmersos en una gestión permanente de recursos humanos, de continuos desafíos, retos, metas y objetivos. Hacemos nuestro trabajo, lo realizamos en equipo, somos responsables, solucionamos los problemas y conseguimos los objetivos. ¿Es necesario trabajar bajo tensión o presión?
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