(Decálogo Comercial I) Es indispensable programar la semana con visitas concertadas previamente. El aquí te pillo aquí te mato resulta, como poco, paradójico en la era de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías. El charlatán, esa figura del pasado, tiene los días contados. Con la concertación nuestro cliente nos dedicará lo que más aprecia, su tiempo, y lo que es mejor, su atención sin interrupciones. Todo dentro de una relación comercial profesional. De nosotros depende el saber valorarlo y aprovecharlo. Debemos utilizar la puerta fría para rellenar huecos de agenda y, sobretodo, para generar más citas. Realizar un seguimiento completo a los clientes, persistir, ser reincidente y no desfallecer hasta que se consiga la cita. Una visita bien concertada es prácticamente un pedido. Lo ideal es tener dos (o tres) citas concertadas por la mañana y otras dos (o tres) por la tarde. Es mejor la calidad que la cantidad. Hay que procurar, la primera vez, no quedar en un plazo superior a dos o tres días; nos evitaremos plantones innecesarios. Un cliente que acepta una cita, acepta las reglas del juego. Él también vende lo suyo y si es buen vendedor es buen comprador. Como luchador admite el desafío y espera derrotarte. Si en vez de plantarle batalla, que es lo que espera, TE PONES DE SU LADO frente al mercado y le ofreces nuevas armas con las que hacerse más fuerte, se convierte en aliado y firma el pacto de eterna gratitud o sea el pedido.
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